Este lemur con actividad diurna está críticamente amenazado como la mayoría de ellos, por pérdida de su hábitat. Se calcula que hay menos de 1000 ejemplares y se encuentran la mayorías en el parque de Ranamofana, al sureste de Madagascar. Se alimenta casi exclusivamente de bambú, pudiendo hacer frente a las grandes cantidades tóxicas de cianuro que contiene.
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