Tenía muchas ganas de ver esta especie en la cima del Tepuy Roraima donde es bastante abundante. Me sorprendió su pequeño tamaño (tan sólo un par de centímetros) y su poca vistosidad, a pesar de que en el vientre tiene manchas amarillas. Su piel rugosa y negra hace que se camufle muy bien en el entorno en el que vive. Se mueve lentamente, siendo incapaz de saltar ni nadar pero la evolución ha dotado sus dedos de unas ventosas muy pegajosas para tener buen agarre mientras se mueve entre las rocas siempre resbaladizas por la humedad. Además tienen un curioso mecanismo de defensa cuando se sienten amenzadas; se acurrucan en una bola y escapan rodando.
Efectivamente, es muy curioso el mecanismo de huida. recientemente en un reportaje televisivo mostraban cómo desde bastante altura caía rodando y posteriormente seguía como si nada.
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